Poesía y precariedad
Artaud tiene un poema increíble, que al español podemos traducir como “La búsqueda de la fecalidad”. En dicho poema, el francés explica que, en su opinión, los seres occidentales se han hecho fanáticos de la excreción, creando imperios y guerras por dicho gusto, y sintiendo miedo por cualquier asomo de la carencia.
Hay en la existencia
algo particularmente tentador
para el hombre
y ese algo es
LA CACA
Para existir basta con dejarse ser,
pero para vivir
hay que ser alguien,
hay que tener un HUESO,
hay que atreverse a mostrar el hueso
y a olvidar el alimento.
¿Qué opina el público? ¿Romantización de la pobreza como condición de una creación auténtica o crítica a la comodidad, el consumo y la acumulación del ser considerado como sano y útil en el sistema capitalista? Es muy posible que ambas cosas. Y creo que muchas veces en las contradicciones es donde se encuentran algunas de las discusiones más valiosas. Pregunta: ¿Los poetas deben ser pobres o vender hasta su propia imagen para lograr retribución económica por su trabajo?
No hay forma de definir cómo es el carácter o el ser social de un poeta. No es este un ser arquetípico aunque el Tarot o algunos memes así lo señalen. Ser poeta es a menudo encarnar la diferencia y la multiplicidad del ecosistema de la imaginación humana. Lo que sí podemos afirmar objetivamente es que muchos de los poetas son pobres. Y esto no necesita demasiada explicación social. Lo son porque la sociedad es pobre en su mayoría. Ante esa realidad hay unos versos de Efraín Huerta que definen a una buena parte de los poetas de México y del mundo, desde Palestina hasta Ecatepec, y cuyo grueso no se encuentra, por supuesto, en los puestos oficiales de las poesía como lo son los sistemas de creadores nacionales o los propietarios de Letras Libres, principal publicación de literatura de la que hace uso el estado para legitimar a la clase social alta y el estado mismo. Los versos son:
“Verás tiernos esqueletos de poetas
conservados por milagros continuos”
Los que dicen con enfado que si levantas una piedra encuentras un poeta, viven bajo una piedra y jamás han escuchado a un poeta. Sin afán de demeritar el trabajo y la constancia que requiere construir un arte, el sistema académico y la alta cultura oficial muy a menudo es ignorante de la escena poética que sucede en un momento y una geografía específica, y no digamos ya solamente hablando de las voces jóvenes. Transgeneracionalmente dicho, la cultura oficial es adicta a volver a sus creadores unos coleccionistas de constancias de participación o mantelitos, cerrándose a los obvios círculos internos y trabajando muy bien su papel de utilizar a la cultura como una buena herramienta para limpiar la cara del narcoestado, del cual se benefician pasivamente.
La obra de muchos artistas precarios está a la espera de editores, lectores, curadores, gestores y artistas en general. Aunque la creación no depende de que nos paguen por ello, y actualmente vivimos una vasta e intempestiva aparición de eventos de poesía y de poetas de todo tipo, lo que sí es verdad es que muchos artistas tendrían un poco más fácil la tarea de levantar el estado de su salud mental y física si se les apoya con pagos, con espacios, con reconocimiento y con pluralidad. Sin gerontofilias (excesiva predilección por los mayores) y sin academifilias (excesiva predilección por las credenciales), nuestro mundo literario sería, no sólo más rico en diversidad, sino que además más sano, porque muchos artistas de todas las edades son atravesados diariamente por la crisis económica mundial agudizada por la pandemia de COVID 19 y por un país donde los partidos políticos son todos ya inexistentes, y a los que podemos definir mejor de la siguiente forma: 0% principios, 100% conveniencia; al servicio de las transnacionales y de las peores instituciones como los son el ejército y el narco: es decir, la misma cosa.
Pierre Herrera, en un ensayo sobre Monterroso, explica de forma brillante la propuesta de que debemos abandonar la comprensión de la literatura como una institución, es decir, como una convención estática que sólo se aloja en los lugares oficiales de la cultura:
Cuando Monterroso escribió que la vida estaba al margen tal vez quiso decir que para entender la vida es necesario salir del cuerpo de conocimiento que se tiene de ella y vivirla, incluyendo de la literatura; vivirla al margen sin hacer a un lado todas las interrupciones que hay en ella y que la hacen indescifrable y caótica.
Cada año veo más redes de apoyo, editoriales independientes, festivales independientes, proyectos indefinibles, etcétera, con el poder y la magia de la poesía libre como estandarte. Y es claro que muy a menudo instituciones del estado o espacios acomodados desean colaborar con estos proyectos y beneficiarse de su público y de su espíritu. Esto es excelente, pero queda gritar algo que nunca ha dejado de ser urgente y necesario recordar y reclamar: LXS POETAS COMEN. HAY QUE PAGAR A LXS POETAS. O bien, hacer efectivo y real el concepto de viáticos.
En México existe una grave precarización de la actividad cultural. Mientras que en Estados Unidos prácticamente no hay publicación que no sea pagada, en México es hasta raro el concepto de que te paguen por leer o publicar. Y por supuesto que no es una cuestión de las diferencias entre la economía gringa y la mexicana. Mientras que las campañas políticas reciben millones, o personajes como Gabriel Orozco se benefician del jugoso presupuesto de 638 millones 393 mil 458.87 pesos destinados al proyecto del Complejo Cultural Chapultepec, a poetas invitados a eventos en Los Pinos, la Estela de Luz, la Cámara de Diputados o la Feria del Libro del Zócalo no se les da mucho más que un vasito de agua, si bien nos va.
Recientemente, yo junto con el colectivo Súper Ediciones Prisma, trabajamos haciendo un festival completo llamado “Conejera: Festival de poesía por la diversidad del habitar”, el cual tuvo una duración de prácticamente un mes. La denuncia no es directamente contra los gestores y el equipo con el que directamente trabajamos, quienes, como nosotros, tuvieron sus errores pero en general nos trataron de forma excelente y muy generosa. El problema fue con las personas encargadas de gestionar los pagos. Mientras que el pago estaba prometido para inicios de octubre este no se pudo realizar sino hasta mediados de enero. Llevándonos a nosotros y a nuestros artistas a vivir una amarga Navidad.
Este es otro problema que sufrimos en nuestro campo cultural. La burocracia entorpece todo, y muchas veces es evidente que hay un desprecio por el concepto “poesía” a la hora de pagar, lo que hace que se considere de baja prioridad y se incumplan las fechas acordadas de pago, literalmente engañando. Mientras la institución goza del lujo de presumir que son muy abiertos y plurales, los poetas, gestores y artistas dan todo de sí para luego ver que su trabajo no es dignamente reconocido. Y nuestro caso no es ni lejos el peor. El INBAL, el INAH, la UNAM, el mismo FONCA tienen prácticas parecidas. Otras instituciones señaladas por no pagar a los poetas fueron señaladas a través de una encuesta en mis redes sociales.
La ensayista y filósofa Natalia Durand tiene un tuit donde describe a la perfección el manejo de los recursos para la cultura que tiene el estado a quién los dirige:
Jorge Juanes escribe que Diego Rivera era un creador de templos de Estado. Ahora pienso que la descripción es perfecta para Gabriel Orozco con Chapultepec.
No hay forma de negarlo: al Estado no le importan los poetas. Sólo le importa que la sacra cultura y la heróica poesía limpie su imagen un poco y los haga ver como seres preocupados por lo que vive la gente. Y ojo que se sabe que hay agentes dentro del estado que sí que procuran esta justicia. Son pocos pero son. Pero su labor no redime la realidad estructural que es grave e infame.
Es muy importante que no dejemos de hablar entre colectivos y poetas sobre este tipo de experiencias, porque aunque algunos decidan no participar de eventos “oficiales”, la realidad es que muchos vemos en ellos una buena oportunidad de dar a conocer nuestro trabajo y quizá ganar algo que nos ayude a vivir, aunque sea una cortesía para una buena fiesta. Sólo socializando estas experiencias podremos estar preparados para generar estrategias, protestas y límites claros con quienes decidimos trabajar.
En un mundo lleno de guerra y acumulación en manos de transnacionales del norte global al servicio de los estados nación, un ecosistema de poesía diversa, incluyente, rebelde y consciente de la grave precarización de la cultura en México es una utopía que se puede sentir en el aire y en la piel en esos minutos sagrados cuando escuchamos un poema en una lectura y conectamos con alguien.
¡PÁGUENLE A LXS POETAS!